lunes, 10 de diciembre de 2018

En busca de la novela perfecta: Carmen Boullosa

Escribir la novela perfecta puede ser tan retador como llegar a Marte. ¿Posible? ¡Claro! Pero actualmente no tenemos la tecnología ni las habilidades para lograrlo. Escapando de su dominante labor en la novela histórica, Carmen Boullosa escribe La novela perfecta (Alfaguara, 2006), un relato que podemos clasificar en ciencia ficción.

El protagonista Vértiz publica una primera gran novela, que lo lleva a la cima del éxito y a conseguir casarse con el gran amor de su vida. Todo fluye de maravilla con un cambio de ciudad, el trabajo muy bien remunerado de su esposa Sara, y la oportunidad de oro: tiempo y espacio para construir su segunda novela. Pero cae víctima de la depresión y la frustración: quiere escribir pero simplemente no hay inspiración. 

Para este escritor bastante holgazán, las tensiones familiares comienzan, y aunque tiene buen ingreso de la continua edición de su novela, todo comienza a llegar a un límite. Es una especie de espiral hacia lo más bajo de su vida, un día decide salir y se topa con un vecino. Aquí arranca una especie de comedia absurda: personajes extraños, aventuras tecnológicas, mezcla de la realidad y la ficción que se entremezclan como en una noble sinfonía.

Así arranca relato de ciencia ficción: un vecino ha gastado una fortuna para crear una máquina capaz de conectarse al cerebro y, una vez que se ha pensado en ella, se traduce en un capítulo completo en papel. Hay riesgos, pero aparentemente menores.

Lo que comienza como una aventura literaria en Brooklyn, Nueva York, muta a los límites de la imaginación, la duplicación de la realidad, los alcances de los temores y los deseos más ocultos -sexuales, creativos, familiares- se pueden hacer realidad para trastocar la frontera de lo viable.

Con intensos diálogos y una imaginación puesta a prueba de fuego, la novela perfecta comienza a escribirse, entre lo creativo y lo absurdo, a una sola voz. Combinando inglés / español, algunos fragmentos de diálogo son traducidos por el protagonista, en este afán de incluirnos en su relato; lo demás, puro juego de diálogos entre divertidos y absurdos.

Narración ágil como Boullosa suele hacer. Si bien alejada del género que domina, es precisamente lo que hace valioso este texto: la oportunidad de disfrutar una narración ágil, que juega con el lector, y construye la utopía de la facilidad literaria. A fin de cuentas, nada es perfecto. 


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