En el 2010, en medio de las protestas españolas por las crisis
económicas, las manifestaciones de estudiantes y profesionales en otras ciudades
de Europa y de Estados Unidos, surgió la necesidad de decir: por qué están
protestando los jóvenes.
Personas que tal vez nunca habían salido a la calle a solicitar algo al
gobierno o a la propia sociedad, invadían los parques, las plazas, los espacios
públicos, para decir que no estaban de acuerdo con la forma en la que aplicaban
las políticas financieras y sociales en sus países.
Además de los estudiantes o desempleados, se unieron intelectuales,
artistas, políticos, activistas y, en especial, gente común que también alzó la
mano y gritó su indignación.
Uno de los grandes intelectuales que recogió esta indignación fue
Stéphane Hessel, el único redactor de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos aún en vida. Y de esta solidaridad nació un breve pero portentoso
libro: ¡Indígnate! (2010)
Y es que Hessel vivió la Segunda Guerra Mundial y el proceso de la
Declaración Universal de Derechos Humanos… sabe qué es indignarse frente a la
guerra, al hambre, a la falta de libertad. Uno de las grandes ausencias, señala
este autor, es la falta de solidaridad: cada quien vela solo por su intereses
sin pensar en una verdadera ciudadanía.
“Todos debemos velar por que nuestra sociedad sea una sociedad de la
que podamos estar orgullosos: no esa sociedad de sin papeles, de expulsiones,
de recelo hasta los inmigrantes; no esa sociedad que pone en duda la
jubilación, el derecho a la Seguridad social; no esa sociedad donde los medios
de comunicación están en manos de la gente pudiente…” (22)
La cuestión económica y financiera, desde esta visión es lo que ha originado la situación caótica en la sociedad. “Nunca había sido tan importante la distancia entre los más pobres y los más ricos, ni tan alentada la competitividad y la carrera por el dinero.” (25) La crisis financiera originada en Wall Street y en Europa son los mejores ejemplos de esta situación.
Ante esto, la crisis social, la crisis política, lo cierto es la indiferencia, la peor de las actitudes que es el verdadero cáncer de la sociedad.
Con un lenguaje sencillo y directo, Hessel, hace un recuento de la guerra, la situación en España y en Palestina, y nos invita, en pocas palabras a indignarnos de la situación que se vive en nuestro mundo.
Pero la reflexión no se quedó ahí. Después de la invitación a
indignarse, ahora hay que actuar.
En colaboración con Gilles Vanderpooten, activista de política verde, se edita ¡Comprometeos! (2011), un diálogo que pone a los lectores a pensar en dónde y cómo me comprometo: en la ética, en lo individual y en lo ciudadano, al rechazo a la violencia, a la actuación en la sociedad.
Los temas de este texto incluyen las resistencias contemporáneas, el
cambio del desarrollo al desarrollo sostenible, la construcción de la
conciencia ecológica, la ecología y acción política,, la crisis de las
instituciones internacionales, las construcciones alternativas, el plan del
mañana y la cuestión intergeneracional.
En un diálogo socrático, el texto hace una revisión de la historia y lo
moderno, para hacer una reflexión profunda y, realmente, invitar a la acción
colectiva.
Indígnate y Comprométete es un binomio filosófico y de llamado a la
acción, una forma de mirar la crisis actual de nuestro mundo globalizado y
cómo, desde la trinchera individual, se puede lograr un mejor mañana.
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