La mirada, el cigarro, la filosofía, lo cotidiano... todo se conjuga en
una fotografía de Bob Dylan. Y claro, en sus canciones, que han marcado
generaciones en busca de identidad y una forma diferente de ser, de rolar.
En este sentido, Alejandro Carrillo logra construir en Adiós a Dylan
(2016) una especie de viajé iniciático, donde el héroe se enfrenta al amor,
enemigos reales, una sociedad que lo apremia, aventuras en el camino y, por
supuesto, canciones de Dylan.
Omar, de 19 años, es todo un conocedor del canta-autor norteamericano. Vive
en la Ciudad de México y un día, por esos azares del destino que una puede
tener, se enamora. Con ello descubre las emociones pasionales, pero también las
mieles del dolor.
Se lanza entonces a cumplir su sueño e ir a un concierto del autor,
pero sin dinero y un medio fijo, la aventura del héroe tomará tintes épicos.
Haciendo gala de un profundo conocimiento de las letras y las versiones
ocultas casi desconocidas de sus canciones, nuestro héroe se topa con grupos de
fanáticos –de los bueno y de los no tan buenos- para ir conociendo las
actitudes de su familia y del propio amor propio.
¿Rodará como una piedra? En todo el texto sí. Con una narrativa ágil,
donde siempre está pasando algo, diálogos fluidos, personajes trazados de
manera casi filosófica –como una canción de Dylan, el texto va dejando un
excelente sabor de boca.
Ganadora del Premio Mauricio Achar Literatura Random House 2016, la
novela es un buen viaje iniciático de la juventud y, por supuesto, de quienes
queremos conocer más sobre la mítica del ahora reconocido Premio Nobel de
Literatura.