martes, 9 de octubre de 2018

Sudor: entre el libre amor y el libertinaje

El consagrado chileno Alberto Fuguet ofrece una obra provocadora, Sudor (2016, Literatura Random House) donde Alf, un editor amante de la literatura, recibe un singular encargo: ser el anfitrión de Rafael Restrepo Santos (Rafa), hijo del famoso autor Rafael Restrepo Carvajal, quien viaja a Santiago, Chile como parte de una extensa gira por el mundo.


A manera de rockstar, el autor –que asemeja a un autor mexicano ganador de grandes galardones excepto el Premio Nobel- trae a su hijo, por la coautoría de un libro donde convergen textos y fotografías, padre e hijo correspondientemente. El libro parece ser el ejemplo perfecto de una obra moderna, donde los géneros se entrelazan, así como padre e hijo viven una vida armónica. Nada más alejado de la realidad ficticia.   

El editor es un homosexual declarado, y ante el encargo inicia una serie de reflexiones sobre su vida diaria y los límites del amor y el libertinaje. Grindr y recorrer las calles de Santiago en busca de aventuras, son parte de su pasión, su fuente de la eterna juventud, aunque cada día su edad se va haciendo más evidente.

Según la crítica, hace una década sería “la novela” de la homosexualidad; hoy queda como un provocador texto lleno de excesos.

La realidad es que texto tiene una línea argumental débil: lo que se plantea como una aventura intergeneracional, se convierte en una larga revisión de las actividades, excesos sexuales, deseos ocultos y satisfechos al vapor, así como una serie de diálogos que no aportan a la profundidad del personaje, al contrario, parece que se pierde entre los mares de la narración.

Si bien los personajes son interesantes, los abundantes diálogos y la aparente falta de acción van acortando el ritmo de la novela. Hay conflictos que no se ahondan –como la relación con la jefa o el gran amor del protagonista- y otros donde la provocación es la principal motivación.

Si bien el argumento central es sobre la visita de los autores, éste se dilata a prácticamente la mitad del libro. Cuando finalmente llegan a Santiago, arranca una especie de descenso al infierno, donde solicitar desde fruta hasta lubricante es tan natural como las parrandas hasta la madrugada y la idea de escapar de papá. en el sentido figurado y en el real. 

Una de las ventajas de la novela es su capacidad de incluir intertextos, que le van dando toques de modernidad narrativa. También un lenguaje rico de la situación que se vive, y en muchas partes, de una coloquialidad que los transportan hacia el “Santiago-gay-moderno”.

Destaca también esa forma de plantear el conflicto familiar: ante una figura total, cómo los hijos pueden o no vivir; e incluso, amar. Y no solo eso, sino la visualización de un heredero de talento y de recursos, frente al deseo o no de destacar a nombre propio. Y claro, amar o disfrutar de la vida al máximo, incluso ante una hemofilia devastadora. 

Aquí se ha enterrado el pasado colonial o militar, lo importante es la exploración de lo efímero… tanto el placer como, a manera de dura crítica, lo literario. En sí es un texto para explorar cómo el amor libre puede caer en el libertinaje, conocer “el mundillo editorial”, visitar los barrios festivos de Santiago, y ante el conocimiento de lo popular, detectar los dimes y diretes de los grandes autores, una especie de aproximación a su vida privada.

Una forma de ahondar en la creatividad de Fuguet y por qué representa una importante voz narrativa de nuestros días.

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