Se cuestionan en diversos espacios las convocatorias a
noveles escritores. Y más cuando se trata de poesía. Conarte del Estado de
Nuevo León nos demuestra apostarle a nuevos valores, en especial a la poesía. Y
para ello el Premio Carmen Alardín.
Y es que no hay mejor género para expresar sentimientos,
lenguaje recursos, figuras literarias, visiones personales y, conjugar todo en
unas pocas líneas.
Salvador Olguín, a quien tengo el gusto de conocer y tratar
como profesional y como amigo, nos presenta su primer poemario apoyado por
Conarte: La carabela portuguesa (2011).
Se podría referir a un barco antiguo, como el usado por
Colón en sus viajes a América, pero hace referencia a una creatura marina; y
ellas le dan el toque distinto a esta colección de poemas, de expresiones
breves pero cargadas de humor, emotividad, sentimiento, agudezas y un poco más
de sentido común, que invitan a razonar, a manera de un método socrático que expone,
enfrenta e invita a sacar conclusiones.
El poemario arranca con unas notas para un libro de
antropología, antes de presentar aquellas cosas inventadas por el hombre como
los puentes, los desfiles, los caminos artificiales, e incluso, la
discriminación y la ansiedad.
“En algunas ciudades hay grandes porciones de terreno sin fincar. En ellas se suele sembrar árboles; también se esparce grava, se colocan grandes rocas.Estos espacios reciben el nombre de parques.A fin de navegar en los parques, la gente dibuja ríos con arena, patrones serpentinos que los atraviesan.Estos patrones reciben el nombre de caminos.” (19)
De pronto, comienza una revisión de las cosas comunes como
la lluvia o el clima, para abordar temas más serios como el sacerdocio o los
monjes; sin olvidar aquellas cosas a nuestro alrededor como las moscas o el
ancho de banda.
“A la gente le gusta susurrar; lo hacen en el metroEn la calle o cuando hay alguien en el centro de al ladoY es necesario guardar discreciónPero un susurro es tambiénA menudoUna indiscreción.” (29)
La segunda parte nos habla de la vida espiritual de las
plantas, para dar paso a una tercera parte sobre la genealogía de la máquina
inteligente ¿serán en realidad similares?
“Las plantas son la pruebaDe que la vida no esSino un impulso constanteHacia la repetición y la muerte” (50)
La expresión humana, en cada verso, parece meterse sin que
lo sintamos:
“Las plantas carecen de conciencia. Por ende, las plantas jamás han experimentado el sufrimiento.” (55)
La cuarta y última parte del poemario se denomina “Sagrada
familia”, donde remata con el poema “Naturaleza vida”.
“… escribo con las yemas de los dedos y mi cuarto se llena del aroma del café y las formas no son claras: son palabras. Nada más.” (72)
Pareciera que todo a nuestro alrededor es capaz de producir
poesía. Y es que la poesía breve de Olguín se nutre de diversas cosas a nuestro
alrededor, como si quisiera buscar una definición platónica o socrática a lo
que nos rodea.
Un poemario que invita a la lectura, y por supuesto, a la
relectura, para ir descubrimiento que las plantas son como los químicos de la
naturaleza, y en la naturaleza, el hombre cambia todo, tal vez, hacia la locura.
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