domingo, 19 de enero de 2014

La naturaleza viva y los apuntes de antropología: La carabela portuguesa



Se cuestionan en diversos espacios las convocatorias a noveles escritores. Y más cuando se trata de poesía. Conarte del Estado de Nuevo León nos demuestra apostarle a nuevos valores, en especial a la poesía. Y para ello el Premio Carmen Alardín

Y es que no hay mejor género para expresar sentimientos, lenguaje recursos, figuras literarias, visiones personales y, conjugar todo en unas pocas líneas. 

Salvador Olguín, a quien tengo el gusto de conocer y tratar como profesional y como amigo, nos presenta su primer poemario apoyado por Conarte: La carabela portuguesa (2011). 

Se podría referir a un barco antiguo, como el usado por Colón en sus viajes a América, pero hace referencia a una creatura marina; y ellas le dan el toque distinto a esta colección de poemas, de expresiones breves pero cargadas de humor, emotividad, sentimiento, agudezas y un poco más de sentido común, que invitan a razonar, a manera de un método socrático que expone, enfrenta e invita a sacar conclusiones. 

El poemario arranca con unas notas para un libro de antropología, antes de presentar aquellas cosas inventadas por el hombre como los puentes, los desfiles, los caminos artificiales, e incluso, la discriminación y la ansiedad. 


“En algunas ciudades hay grandes porciones de terreno sin fincar. En ellas se suele sembrar árboles; también se esparce grava, se colocan grandes rocas.
Estos espacios reciben el nombre de parques.
A fin de navegar en los parques, la gente dibuja ríos con arena, patrones serpentinos que los atraviesan.
Estos patrones reciben el nombre de caminos.” (19)


De pronto, comienza una revisión de las cosas comunes como la lluvia o el clima, para abordar temas más serios como el sacerdocio o los monjes; sin olvidar aquellas cosas a nuestro alrededor como las moscas o el ancho de banda.


“A la gente le gusta susurrar; lo hacen en el metro
En la calle o cuando hay alguien en el centro de al lado
Y es necesario guardar discreción
Pero un susurro es también
A menudo
Una indiscreción.” (29)


La segunda parte nos habla de la vida espiritual de las plantas, para dar paso a una tercera parte sobre la genealogía de la máquina inteligente ¿serán en realidad similares? 


“Las plantas son la prueba
De que la vida no es
Sino un impulso constante
Hacia la repetición y la muerte” (50)


La expresión humana, en cada verso, parece meterse sin que lo sintamos:

“Las plantas carecen de conciencia. Por ende, las plantas jamás han experimentado el sufrimiento.” (55)


La cuarta y última parte del poemario se denomina “Sagrada familia”, donde remata con el poema “Naturaleza vida”. 


“… escribo con las yemas de los dedos y mi cuarto se llena del aroma del café y las formas no son claras: son palabras. Nada más.” (72)


Pareciera que todo a nuestro alrededor es capaz de producir poesía. Y es que la poesía breve de Olguín se nutre de diversas cosas a nuestro alrededor, como si quisiera buscar una definición platónica o socrática a lo que nos rodea. 

Un poemario que invita a la lectura, y por supuesto, a la relectura, para ir descubrimiento que las plantas son como los químicos de la naturaleza, y en la naturaleza, el hombre cambia todo, tal vez, hacia la locura.


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