lunes, 13 de julio de 2020

Entre el deseo y la perversión: El uranista


Conocí a Luis Panini con La mala hora (http://literaturaexperienciaviva.blogspot.com/2019/09/la-hora-mala-una-novela-de-minutos.html) y el poder narrativo entre breve y complejo me llevó a buscar otros libros del autor.

Y el ver en oferta (reconozco que soy caza-ofertas) El uranista, no lo pensé dos veces. Aunque su historia va más allá de un accidente y un grupo de vecinos que debaten entre ayudar o no al herido.

En El uranista (2014, Colección Andanzas, TusQuets Editores), seguimos a “El Viejo”, un personaje mayor que vive solo en un complejo habitacional, y hace su vida en los alrededores cercanos: un supermercado, la plaza, el banco. Aficionado a los rompecabezas, callado y un poco cascarrabias, El Viejo es ilustrador a mano en una publicación, trabaja medio tiempo y tiene un delirio de persecución que se acrecenta todos los días: se siente atraído sexualmente por otros varones, pero mucho más jóvenes que él. De hecho, púberes o recién entrados a la juventud.

Esta afición lo hace buscar determinadas imágenes en los rompecabezas, ayudar a chicos necesitados de algo de dinero (aunque reduzca su presupuesto semanal) para divertirse o ser extremadamente amable con un nuevo compañero en la oficina.

Narrada en cuatro días, El Viejo buscará un rompecabezas determinado con tiene diversos elementos y un niño desnudo –lo que lo hace para él extremadamente valioso- mas evidenciará ante la vendedora su gusto. Sin embargo, el día que decide ir por el siente a una figura extraña que parece espiarlo… que aparentemente compra su preciado deseo.

En su edificio aparece una mano cercenada, y ello deriva en una investigación policial, y al platicar con el viejo detectan a un joven vecino al que solicita una reparación de un aparato doméstico. Esto también lo pondrá nervioso, pues ha visto a una figura misteriosa en los alrededores.

Entre el cambio de servicio en la lavadora del edificio y su nerviosismo, el viejo termina invitando a un joven a bañarse en su departamento, y sus vestigios en el baño serán preciados.

Igual el lunes que va a trabajar –y que presiente es de los últimos días, porque ya no hay restiradores de dibujo sino aparatos computacionales para ilustrar- con la ropa menos apestosa, entra un joven recién graduado con el cual es amable, y después de una comida y naturalmente ir al baño, también entrará para buscar otros valiosos tesoros.

Estos pequeños detalles nos hacen conocer a El Viejo, cuya afición por ver, por casi recordar fotográficamente algunos momentos o situaciones de sus personas favoritas, lo hacen gozar y desear, pero a la vez vivir con el temor de ser descubierto.

Refunfuñón cuando algo no sale como quiere, cuidando el poco dinero que tiene y satisfaciendo sus deseos, este personaje es capaz de emocionarse hasta la excitación, y de tener “accidentes” presa del placer.

Una novela breve escrita con maestría, que invita a ver actitudes de un vicio, más allá de un simple deseo. Con un lenguaje llano, descripciones que nos hacen ver de otra manera los límites del deseo, el texto de Panini retrata una perversión que yace detrás de una cara amable o del infinito placer carnal.

Para disfrutar una historia diferente, cruda, de una actualidad apabullante. Cosas que no siempre se dicen -muchas de ellas tabú-, pero que la literatura nos permite explorar.

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