Novela ganadora del Premio Biblioteca Breve 2000, Los
impacientes (2000, Editorial Seix Barral) nos presenta una juventud argentina
dispuesta a hablar, experimentar, vivir, gozar, pero también denunciar,
explorar, preguntar.
En una polifonía total, Mila, Boris, Keller van recreando
años después de vivir aventuras juntos, aquellos momentos que han definido su
personalidad, sus decisiones, su manera de ser. Entre los encuentros sexuales
voluntarios y los abusos, la reflexión de la cuestión política y social de su
país, y sus propias inquietudes estudiantiles y profesionales, van construyendo
una vivencia “portuaria”, un Buenos Aires que se busca a sí misma entre el
pasado y el futuro.
Escrita por el argentino Gonzalo Garcés, la novela se
presenta en estas voces polifónicas, explorando los puntos de vista de cada
narrador, con largos párrafos que incluye una grafía singular de los diálogos y
las reflexiones, con posturas tan cambiantes como arrancadas de la realidad.
La recuperación de la memoria se convierte así parte
importante de los jóvenes, ya no tanto, que se buscan encontrar así mismo en el
pasado. “… tuve la clásica impresión de que la memoria inventa para paliar sus
ausencias, la de haberlo sabido todo el tiempo.” (111)
El papel de la mujer ante este mundo cambiante queda
poderosamente identificado en una de las protagonistas: “Y en éste, al
contrario de otros de la historia, las mujeres podían enorgullecerse de haber
participado ampliamente, aunque de modo involuntario. ¿Me oyen, cretinas? ¿Creen
todavía haber conquistado algo? Y ahora el mundo dominado por grandes niños deseantes
y dispuestos como nunca a degollarse unos a otros va a hundirse (…) Cultivo el
espíritu sin sexo, hacia el que toda mujer y todo hombre realmente inteligente
han tenido en el pasado.” (120)
La virginidad, los excesos, el alcohol, la aventura, incluso
la búsqueda de un posible abusador sexual, o la simple decisión de dónde
estudiar y qué hacer cada día… son parte de los temas complementarios de esta
intensa novela, escrita ritmo lento, mezclando diálogos y descripciones, en un
complejo pero vivencial mundo.
Poco a poco vemos que la recuperación de la memoria es por
escrito, en una especia de diario o de novela propia. Donde las voces son más
que disposiciones de letras. Una constante es la exploración de la palabra, de
la historia escrita. Y en un momento dado “Antes de haber escrito una sola
línea, me preguntaba por qué hacerlo. Las palabras en las que en otra época había
tenido confianza me parecían sospechosas, portadoras de un engaño y una
decepción en sí mismas. Ahora mismo no estoy seguro, y tal vez no lo esté
nunca. Pero sé una cosa: toda historia encuentra su lector.” (218)
Un texto complejo que obliga a un lector ávido de una
historia diferente, capaz de desenredar la historia de estos tres amigos,
amantes, impacientes que buscan vivir día a día.